El tema de la hambruna mundial es uno de gran preocupación para todos; nos afecta directa e indirectamente.

Para los mandatarios nacionales y los capitalistas globales, la hambruna simboliza un foco rojo de inestabilidad.

En términos económicos, una población con altos índices de hambruna es una población con baja producción y costosa en términos de asistencia social.

Sin embargo, para nosotros, los comprometidos del mundo, la hambruna no es solo una preocupación por cuestiones que afectan nuestro bolsillo, sino también por todos los demás aspectos que no son tan conocidos, como el cuidado al medio ambiente, la estabilidad política, la reducción de conflictos y la igualdad social.

Si aceptamos que la moralidad es un concepto real, entonces nuestro compromiso moral como seres humanos es ayudar a otros seres humanos.

En efecto, hace 80 años, con la Declaración de los Derechos Humanos, asumimos un compromiso que hoy es tanto moral como político.

Organizaciones nacionales e internacionales se dedican a buscar soluciones y implementar medidas para erradicar la hambruna y mejorar la nutrición.

Es precisamente en el tema de la nutrición donde debemos centrar nuestros esfuerzos en el ámbito alimenticio.

Esto es cierto tanto en los países menos desarrollados de otros continentes como en las metrópolis y aldeas de nuestro propio país. Quitar el hambre y nutrir ha dejado de ser lo mismo desde hace varias décadas.

Nos gusta aplaudir las inyecciones de capital de supermercados con precios competitivos en mercados menos desarrollados, pero el valor nutricional de sus productos deja mucho que desear.

Vemos en los esfuerzos de las asociaciones globales un intento de alimentar con comida de bajo valor nutricional a comunidades que ya están siendo afectadas por otros males, lo que puede afectar negativamente sus organismos.

La nutrición correcta es necesaria para el crecimiento, mantenimiento y desarrollo de la salud. Para ver una sociedad energética y lista para enfrentar y resolver sus problemas, necesitamos nutrirla bien.

Para erradicar la hambruna y promover la nutrición, debemos abordar varios aspectos simultáneamente: prevenir enfermedades relacionadas con la desnutrición, facilitar el acceso a alimentos, combatir la pobreza y educar a la población.

Las soluciones son más sencillas de lo que pensamos. Empecemos por promover la producción local de alimentos, estimulando la economía local y fomentando el consumo de alimentos con mayor valor nutritivo.

Los métodos de agricultura sostenible y la tecnología pertinente son necesarios para mayor eficiencia. También requerimos educar en las escuelas y en la comunidad sobre los alimentos nocivos, como los alimentos procesados, la comida frita, los productos congelados, las azúcares refinadas y los alimentos genéticamente modificados.

Un adecuado acceso a sistemas de salud y la entrega de suplementos nutricionales sintéticos son clave para una transición exitosa.

Vale la pena mencionar que la reversión a sistemas tradicionales de producción y mercadeo es más beneficioso que el crecimiento acelerado de mercados capitalistas.

En nutrición y erradicación del hambre mundial, más no siempre es mejor; vayamos por calidad: calidad de producción, calidad de educación y calidad de consumo.

¿Quieres saber más sobre cómo contribuir a erradicar la hambruna?

 

 

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Erradicar la Hambruna: Un Compromiso Moral y Político
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Erradicar la Hambruna: Un Compromiso Moral y Político
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El tema de la hambruna mundial es uno de gran preocupación para todos; nos afecta directa e indirectamente.
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La Filosofía Como Respuesta
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